21 de diciembre de 2013

Bifurcación entre tú y yo.

A tu lado todo se basaba en cruces.
Cruces de miradas fortuitos, de tus ojos buscando los míos hasta el encuentro y el calor en mis mejillas. Cruces, que acabaron siendo sinónimo de complicidad entre almas que se atraen la una a la otra, y van en su busca, hasta unirse. Cruces, de mi mirada buscando consuelo en la tuya o algún reflejo de amor, de que lo que sentía era cierto. Cruces, a los que ni yo misma aportaba cualquier importancia; cruces, que pasaron y acabaron siendo todo.
Cruces de caminos, de vidas que se juntan para luego separarse, como el nuestro. Te fuiste y nuestros caminos se separaron, como si todo lo que nos queda de ello fuera el cruce que tuvimos.
Cruces en calles, cruces en paseos, cruces en autobuses,... En eso se convirtió todo aquello que tuvimos.
Ahora solo me brindas un cruce de miradas, tu mirada rehuyendo de la mía cuando te observo, quizás porque mis ojos expresan todo lo que siento y no quieras afrontarlo. O quizás porque ya te olvidaste de mí. O quizás porque no quieres mostrar el vacío que hay en tus ojos.

En los cruces de miradas, se haya toda la verdad que necesitas saber a cerca de una persona, porque se basan en la mirada, en los ojos, que son el espejo del alma, de nuestros sentimientos.

20 de noviembre de 2013

Quizás, quizás

Quizás ya no sea un nosotros,
ni un tal vez,
y tampoco seamos de otros.

Quizás, me sientiera bien
como un pez
en el agua, siendo Quién.

¿Quién es Quién?
quizás, tal vez,
tú seas Quién.

Yo seré Quién,
quizás, tal vez,
el Quién de quién hablas.

Tú serás Quién,
quizás, tal vez,
el Quién al que amo.

4 de octubre de 2013

El primer beso de la muerte

Tarde o temprano la muerte llega a tu vida en forma humana, de una forma en la que te haga acercarte a ella. Quizás tenga una cara simpática, o parezca amable, pero en su interior está el vacío, frío y oscuro.
Te decide como presa. Ya es demasiado tarde para escapar. Una sonrisa y un "Hola, ¿qué tal estás?" bastan para embelesarte, y una mínima palabra cariñosa terminan de cautivarte. Quizás no te des cuenta, pero ya estás en sus redes.
Poco a poco, la muerte te enamora. Te roba cada latido de corazón y de vida, mediante palabras o hechos, absorbiéndote hasta que no puedas dejar de pensar en ella. Quizás sientas que no quieres escapar, pero ello sería lo correcto a hacer.
Pasa el tiempo, y es un nuevo día más en la vida de la Parca, un nuevo día más en el que absorbe tu alma. Un "¿Te gustaría que quedemos?" acelera tu corazón y, como un propio impulso de éste, respondes "Sí", añadiéndole "Me encantaría". Quizás esa respuesta tendría que haber sido: "No, no quiero que me consumas".
Allí estáis, los dos, la oscuridad y su contrario, frente a frente, deseando, el no adecuado, lanzarse en brazos del otro. Y lo hace, lo desea con toda su alma, aún estando ella en manos de la negrura. Se acerca, cara con cara, mientras uno piensa que es hermosa, la otra parte sólo quiere devorarla. La besa, para devorarla, y, así, consumir todo vestigio de amor que tenía para ofrecer.
La muerte acaba con ella, robándole el corazón, y dejando un hueco, vacío, frío y oscuro, en su lugar, que nunca será capaz de llenar.

(Sí, la muerte eres tú. Y, yo, tu víctima, sin corazón.)

15 de agosto de 2013

Adiós, palabras, buen viaje.

Cuando las palabras en sí no salen, la garganta se oprime, tu voz se tuerce hasta estar rota y tus ojos se vuelven acuosos, será cuando me despida de las palabras.
Las palabras, en ocasiones, no siempre aciertan a decir todo aquello que me gustaría decir, por eso la escritura me ayuda más que nada.
¿Que qué me gustaría decir? Todo aquello que me callé, por miedo a la incomprensión o al rechazo. Pero, bien, ahora sé que siempre debería decir lo que siento. ¿Y que qué siento? No siento nada, como si un vacío inundara todo por dentro, un pozo sin fondo en el pecho, una negrura que consume cada fibra de mi ser y como si yo fuera incapaz de detenerla en hacerlo. Ansio la paz, una paz capaz de arreglar y desmenuzar ese espesor, abrupto y negro, que hay en mi ser. Hay algo dentro de mí que lleva mucho tiempo deseando salir.

24 de junio de 2013

Tanto.

¿Tan malo es querer a una persona con toda tu alma? ¿Tan difícil es lograr un amor verdadero? ¿Tan sumamente complicado es matar a estas mariposas? ¿Tan costoso es deshacer el nudo de mi garganta?
Cuando el amor falla, no queda nada. Ese nada es un vacío repleto de decepciones y sentimientos, de llantos y gritos, de un te odio y tantos te quiero. Siempre quise aquello que no pude tener y aquello que más daño hacía.
¿Tan complicado es querer? ¿Tan difícil eres? ¿Tan extraño me resultas?
Sí, aquello que quise fuíste . Un tú acompañado de cariño, de risas, de felicidas, de abrazos, de sonrisas, de.... Amor. No esperaba que el camino a recorrer fuera entero de rosas sin espinas, lo que no esperaba eran tantas espinas clavadas hasta lo más hondo ds mi pecho. Lo que no esperaba, era tanto dolor dentro.

11 de abril de 2013

Cuando el día conoció a la noche.

Cuando el día conoció a la noche, todo era dorado en el cielo.
Ella resplandecía, junto a sus ojos profundos llenos de vida y de estrellas.
Él estaba siempre reluciente, sin nada que nublara su mente.

En su vida, el Día observaba como las personas pasaban y venían, como todo era felicidad a su alrededor, siempre al lado de la desgracia. Aunque todo fuese esplendoroso, siempre había nubes y tormentas que oscurecían esa felicidad. Él anhelaba con todo su ser poder encontrar un día la felicidad completa, fuera de la manera que fuera.
Ella, siempre relucía ante la oscuridad, como un rayo de salvación ante un frente lúgubre. La Noche, tenía sus altibajos, quizás podía estar llena o menguante, pero, ella ansiaba la grandeza y la plenitud para relucir. Veía cosas horribles que sucedían en la oscuridad, pero siempre las estrellas de sus ojos la ayudaban a ver lo bueno y encontrar la felicidad.

Cuando el Sol encontró a la Luna, ella destacaba entre las demás por su palidez, su resplandor y su vigor. Estaba entre una multitud, bebiendo té en un jardín, debajo de árboles frondosos y entera vestida de blanco, junto a su cabellera azabache, deslumbraba con su belleza. Cuando la Luna encontró al Sol, él parecía colgando de un hilo, como si a este mundo no perteneciera y del mismo cielo viniera, pero sus ojos la salvaron de caer en la plena oscuridad.
Cuando el Sol se enamoró de la Luna, se sentó junto a ella, y le dijo: "¿Y si tal vez, charlásemos un rato? A cambio de su tiempo, le ofrezco esta sonrisa". Ella, osada, respondió: "Ello estaría bien si me prometiese que para siempre su sonrisa fuese mía". Y así fue. Cuando la Luna se enamoro del Sol, el le entregó todo cuanto pudiera y más, siempre anteponiendo su felicidad a la de ella, a la de la persona a la que amaba.
Cuando el Sol y la Luna se enamoraron, todo fue dorado desde entonces, una vida entre atardeceres juntos les esperaría.

Decían que eran absolutamente contrarios, pero ellos se complementaban.