24 de septiembre de 2014

Palabras olvidadas (II)

Fuimos un suspiro de dolor, el último aliento de unos labios que se cierran con aun mucho que decir y tan efímeros como la más caótica ráfaga de aire. Fuimos y ya no. Quisimos ser el suspiro tras miles de besos acumulados que se dan, el primer rayo de luz tras mucho tiempo en la oscuridad y tan perduraderos como lo son los amantes que escriben sus iniciales en cualquier lugar. Quisimos anteponernos a la marea del tiempo que nos avisaba que no seríamos eternos. Quisimos y míranos cómo hemos acabado. "Se ha ido" me vuelvo a decir.
Palabras.
Tan solo nos quedan las palabras.
Palabras susurradas por nadie y a la vez por todos. Un "te quiero" olvidado que jamás fue dicho y otros tantos escritos cuando carecían de sentido. Palabras atragantadas en cualquier nudo que suplican ser dichas. Aquella manera que tenías de sonreírme y hacer que jamás quedaran dudas comparado con el silencio que nos sobrevino después. Ya sabía que te irías.
Palabras precedidas a la despedida, la gran y temida despedida que parecía preceder a un "hasta siempre".
Te ibas.
A cada palabra te perdía un paso más.

21 de septiembre de 2014

Palabras olvidadas

No hay palabras.
El cielo se rompe a mi alrededor, la tierra tiembla y hasta el crepitar de las hojas parece haber cesado. No hay palabras para ser capaz de describirlo.
No hay palabras para tanto dolor.
El cielo se rompe y tú ya no estás. La despedida inminente de una voz temblorosa que decía "adiós" y unos ojos lluviosos y tormentosos que rogaban el "quédate". Pero de una despedida no hay vuelta atrás.
Me rompo y ya no estás. Coger un papel y prenderlo hasta que desaparezca sin dejar cenizas, tirar un vaso de cristal al suelo y observar cómo se fractura en miles de pedazos, rasgar un cojín para ver salir todo el relleno de su interior hasta quedar vacío. Así quedó mi corazón. Rasgado, herido, roto, sangrando y fracturado en millones de partes. Un momento que pende de un hilo y, en el instante de pronunciar aquellas palabras, las tijeras de la realidad encargarse de romperlo (o romperme). Un sentimiento que cuelga y es lanzado hasta ver su completa y total destrucción. Así todo ha sido conmigo.
¿Hay palabras para describirlo?
En aquel momento hubiera preferido a la tierra resquebrajándose a hacerlo yo. Hubiera preferido cualquier, cualquier cosa antes que eso. Todo se rompía a mi alrededor en aquella tarde de invierno advirtiendo de que pasaría: nos romperíamos. Nos dejamos romper, o yo me rompí, o ya no sé.
Paseo la mirada por cada momento vivido y no sé en qué fallé.
No hay palabras.
Paseo la mirada a mi alrededor. Las nubes siguen encabalgándose unas con otras, continúan los estruendosos ruidos de niños jugando en el parque, aquel columpio solitario, el mirlo vespertino saludando, el amarillo de la bienvenida del sol cada mañana y tú no estás. Todo sigue pero tú te has ido y yo no sé seguir. "Se ha marchado" trato de repetir una y mil veces seguidas esperando que cobre sentido.
Pero esto son tan solo palabras sin sentido.
He visto como el cielo rompía en miles de pedazos y yo ya no era. Vi romperse mi interior en el exterior, vi cómo te ibas y no hice nada.
Sigue sin haber palabras.

16 de septiembre de 2014

Caída.

Caíamos.
Simplemente quisimos
jugar en el borde de los abismos
que había entre nosotros.
Caí.
Caí por ti
dentro de mí.
Y volví
a caer
y no había mano
para sostener(me).
¿Caiste?
No, no, no, no.
Tú me lanzaste
al más profundo vacío.
No, ni siquieras sostenías mi mano
mientras mirabas como caía.
Fuiste tú quien me dejó caer.
Me empujaste
con tus palabras.
Tú me empujaste
a caer y no volver.




Nos gustaba jugar en el filo del abismo
y sonreír ante el vacío
que se extendía entre ambos.
Nos gustaba fingir el amarnos,
que éramos el uno para el otro
y que jamás íbamos a olvidarnos.
Pero en algún momento soltaste mi mano
para encontrarme en abandono ante el peligro
inminente de caer durante kilómetros.
En realidad los abimos
los formamos nosotros, ¿no?
Así que caímos
o caí
(ya ni recuerdo),
pero sé que aquel fue nuestro fin.
Yo me lancé ante el peligro
de caer y no regresar
mientras tú desde arriba mirabas.
Al final me dejaste caer
y solo se oyó un golpe seco:
mi corazón estallando en mil pedazos.

8 de septiembre de 2014

Cayó al abismo que creó.

Los días son tan solo precipicios
en los que andas en el filo
teniendo la nada a ambos lados.
Parece que pendes de un hilo
y juegas a ser equilibrista en los bordillos
por las aceras desconocidas,
y caes en vilo
al suelo, a la realidad.
Estás en el filo del propio abismo
(de tu propios abimos),
y suenan igual huida y libertad,
¿podrías dejarte caer?

               Tan solo dejarse caer.
  ¿Tentador? No hay nada que perder,
     atrás quedaron los sentimientos.
                            Rendirse
           y entregarse a la oscuridad.