22 de enero de 2015

Primer día, misión: olvido

Cómo de largo resulta el olvido
cuando tu ausencia se torna palpable
tras mis costillas, en mi pecho.
Cómo el nosotros llegó a ser sempiterno,
a no tener fin, a no acabar,
a ser una constante guerra entre
mis esperanzas y el olvido.
Cómo de largo resulta el olvido
cuando no puedo acunarme en tu risa
o perderme dentro de tu pelo.
Estas son las palabras que hablan de nuestra destrucción y narran todas las veces que quise sentir tu piel rozando la mía. Estos son todos los momentos que hubiera matado por estar contigo.
Cómo de largo resulta el olvido
cuando ya no puedo pensar en ti y en mí
como algo que una vez fue uno.
Como nuestros "todo"
quedaron reducidos a "nada".
Como aquel nosotros
pasó a ser un singular destruido,
como te perdí
aún buscando tus manos desesperadamente.
Estos son los versos que siempre te dediqué. Esta es nuestra historia, nuestra razón y nuestra perdición.
Cómo de largo resulta el olvido
cuando ya te has ido.

12 de enero de 2015

Constituyes la herida de mi corazón

P  u  ñ  a  l 
 
 
Lado izquierdo de mi caja torácica,
golpe certero de dolor,
convulsión estruendosa de amor,
víctima de la historia melancólica jamás contada.
Lado izquierdo de mi caja torácica,
invasión de destrucción
y habitación de corazón
hundido tras un paso por él.
Lado izquierdo, lado derecho, qué más da,
poblaste cada incierto rincón
de mi ser con solo una pasada
(de ti por mi vida).
 
 
T  ú
 
 
Mirada.
Mirada tímida que finge no serlo y expresa más que cualquier otra.
Herida.
Herida interna por aquella mirada que expresa más que cualquier otra.
 
 
A  m  o  r
 
 
Erizó mis sentidos hasta el punto de
no poder elaborar respuesta.
Agitó mi pulso hasta el punto de
padecer carencia de respiración.
Revolución.
Lado izquierdo de mi pecho,
lugar de la revolución que fuiste tú.
Dolor, dolor, dolor,...
 
 
Porque, ¿qué fuiste sino un puñal
constituido por Tú,
forma desconocida hasta ser conocida,
con una sola mirada?
Me heriste de muerte,
de amor,
de dolor,
de vida,
con tu mirada.
Eres aquel puñal que me hirió de sentimientos y dejó una herida que no parece cerrarse.


4 de enero de 2015

Tú como sueño que no cesa

El atardecer recorta tu sinuosa silueta,
cuerpo de otro mundo
capaz de llevarme lejos de este,
y mi aliento ha enmudecido.
La noche nos persigue
a nosotros, sus eternos amantes,
mostrando el encuentro
de nuestros cuerpos impacientes.
Mi mirada busca a la tuya,
quiero encontrar ese acusado sentimiento
que llaman amor
y saber que es correspondido.
Quiero hacer contigo
lo que la noche a las estrellas;
aparecerás como mi guía en el caos,
serás la cordura
y mi Norte.

El atardecer recorta tu sinuosa silueta,
silueta que cubre mi cuerpo,
cuerpo que está bajo tu arrope.
La noche nos persigue,
somos sus víctimas y caeremos
en la trampa que es amar.
Tu mirada busca la mía
cerciorándose de la existencia
de nuestro nosotros.
Un nosotros
que nos empeñamos
en volver sempiterno.
Quiero hacer contigo
lo que siempre debí hacer contigo:
quererte sin importar las consecuencias.

3 de enero de 2015

Te meces en dolor durante la caída

Asfixia y grito que muere ahogado.
Soledad acomodada entre las grietas de un corazón.
Palabras que mueren hasta ser suspiro en una boca.
Otro grito, otro agudo, el sonido de algo desgarrador rompiéndose en un interior.
Despiertas para descubrir que la humedad desciende por tus mejillas, que el dolor se mece en tu interior y que la rotura se ha producido en tu pecho. Abres los ojos y la más total oscuridad te rodea, no puedes abandonarla ni ver más allá. Has tocado fondo. El espacio es reducido. Sientes frío como aquello único que eres capaz de sentir. Levantas la vista. Metros y metros de caída en tu propio interior te han llevado a sumergirte en dolor y a encontrarte en la más profunda nada.



Entonces lo ves, es de noche y no crees en la existencia de una salida desde el hundimiento, hay una luz. La Luna. La Luna, una ajena musa, un lejano cómplice. La Luna es aquella luz que en el momento más lúgubre te muestra una escapatoria. Es la salida de aquel callejón acabado en una sólida pared. Presencias los muros que te rodean.
Otro grito, de nuevo el estruendo.
Te observas.
Una vez que has tocado fondo solo queda la ascensión. Eres lo único con lo que cuentas para lograrlo. Tú eres tu propio impedimento entre sombra y luz. Otro grito unido a un nudo eterno en la garganta. Tragas saliva. Aúnas todas tus fuerzas.
¿Asciendes?