4 de octubre de 2013

El primer beso de la muerte

Tarde o temprano la muerte llega a tu vida en forma humana, de una forma en la que te haga acercarte a ella. Quizás tenga una cara simpática, o parezca amable, pero en su interior está el vacío, frío y oscuro.
Te decide como presa. Ya es demasiado tarde para escapar. Una sonrisa y un "Hola, ¿qué tal estás?" bastan para embelesarte, y una mínima palabra cariñosa terminan de cautivarte. Quizás no te des cuenta, pero ya estás en sus redes.
Poco a poco, la muerte te enamora. Te roba cada latido de corazón y de vida, mediante palabras o hechos, absorbiéndote hasta que no puedas dejar de pensar en ella. Quizás sientas que no quieres escapar, pero ello sería lo correcto a hacer.
Pasa el tiempo, y es un nuevo día más en la vida de la Parca, un nuevo día más en el que absorbe tu alma. Un "¿Te gustaría que quedemos?" acelera tu corazón y, como un propio impulso de éste, respondes "Sí", añadiéndole "Me encantaría". Quizás esa respuesta tendría que haber sido: "No, no quiero que me consumas".
Allí estáis, los dos, la oscuridad y su contrario, frente a frente, deseando, el no adecuado, lanzarse en brazos del otro. Y lo hace, lo desea con toda su alma, aún estando ella en manos de la negrura. Se acerca, cara con cara, mientras uno piensa que es hermosa, la otra parte sólo quiere devorarla. La besa, para devorarla, y, así, consumir todo vestigio de amor que tenía para ofrecer.
La muerte acaba con ella, robándole el corazón, y dejando un hueco, vacío, frío y oscuro, en su lugar, que nunca será capaz de llenar.

(Sí, la muerte eres tú. Y, yo, tu víctima, sin corazón.)