10 de septiembre de 2015

En tu ausencia

La marcha dolió en la medida
en la que tú te alejaste
y en la rotura invisible
que sufrió el lazo que a ti me ataba.
Comencé a sangrar por dentro,
viendo estallar todo pedazo de ti,
sintiendo la pérdida 
en cada fragmento que surgió de mí.
Traté de taponar la herida
buscando la cura en licores
que sabían a ausencia
y en ojos que parecían ser tuyos.
Sangraba aún.
Probé a borrar todo recuerdo,
cualquier sensación que me atrapara
de nuevo en tu imagen,
cualquier día señalado que en verdad
nunca fue nuestro.
Entendí que algo tan grande como tú
no sería capaz de borrarlo.
Así que sangré,
sangré,
sangré,
sangré
y sangré.
Descubrí que nuestra herida
solo dejaría de doler el día
en el que el tiempo pasara
y tan solo quedara el pasado que constituimos. 

20 de julio de 2015

Y que el dolor no abandona

Nunca te he podido perdonar.
Nunca sabré perdonarte
por todas las lágrimas que trajiste,
por el dolor que me consumió,
consume
y seguirá consumiendo.
Nunca te perdonaré
por haber roto el nosotros
dejándonos en el tú y yo
que parecía no ser capaz de volverse a unir.
Hoy no puedo perdonarte,
porque el pasado lo llevo cargando
casi tanto tiempo como el dolor.
Hoy no puedo perdonarte,
pero nunca seré lo suficientemente capaz de odiarte
como para olvidarnos.
Hoy no sé perdonarte,
he buscado las maneras,
nos borré de cualquier rastro que llevara a un recuerdo.
Hoy no sé perdonarte,
tampoco puedo perdonarme a mí.
No sé perdonarte,
pero tampoco sé cómo
dejar de quererte. 

3 de julio de 2015

Herida por pérdida

Recuerdo el dolor.
Tras todo lo vivido,
solo has dejado una herida
incapaz de sanar.

Recuerdo tu paso estrepitoso
revolviendo el orden de mi
interior y jurándome que
algún día el caos terminaría.

No, no terminó.

Arrojaste cualquier atisbo de cordura
al más profundo vacío
con una sola mirada,
siendo yo minusválido
en capacidad a recomponerme 
del huracán que fuimos.
Acabaste con la sensatez previa
trayendo eterno pánico a tu marcha,
volviéndome en ser
de una única cosa capaz.

Recuerdo el dolor.
Tras todo lo vivido,
te has convertido en herida
que no cicatrizará.

Cura y culpable de la herida
quedan unidos componiéndote.

¿Sanará? 

5 de junio de 2015

Brindaría por un presente

Brindo: por lo que no fuimos y pudo ser.
Brindaré: por nosotros.

Celebro la alegría
mirando siempre al dolor,
celebro que fuimos
y me ahogo en el que no seremos.
Como si a pesar de todo
siguieras presente:
la mirada solo entendida entre dos
el paso acelerado de una persona
la sonrisa de aquel desconocido
la parada de nuestro primer beso
el abrazo de un primer encuentro
una despedida

Brindo por todos nuestros recuerdos
sin celebrar que no formaremos más.
Y alzo el vaso más vacío que yo:
seguiré queriéndote. 

17 de mayo de 2015

La semántica del recuerdo

No quiero recordarte.

Porque recordarte significa
abandonarme a mí;
porque recordarte es sinónimo
de perder la cuenta de las estrellas
de tu cuerpo en noches de insomnio;
porque recordarte implica
que ya no estamos formando un presente;
porque recordarte me llevaría
a olvidarme dentro de la mirada
que siempre me ofrecías.

No quiero tener que recordarte.

Recordar ha cobrado el significado
del inmenso vacío abandonado
dentro de mí.
Recordar me ha llevado a ti,
cayendo en lo que fuimos nosotros,
teniendo que rememorar
todos aquellos momentos por los
que ofrecería mi alma con tal de traerlos
de vuelta.

No quiero recordarte.
Porque recordarte significa perderme a mí.

20 de abril de 2015

Se busca culpables

Se buscan las razones más irracionales
para encontrar culpable
de este inadecuado final.

Se buscan las contrarazones
de las pretensiones de otros.

Y engañados estamos al buscar fuera,
ciegos debemos ser, sordos, mudos y mirar dentro
para encontrar irrefutables verdades.
Porque en un fin 
lo único aún con sentido
es todo aquello que eludimos.

Cuando se acerca el fin y cae,
no hay uno con razón y otro escaso,
ni verdugo y víctima,
solo culpable y culpable,
aunque unos digan que se escurrió demasiado
aunque otros susurren que otro nunca estuvo
aunque una parte chille fue su culpa
aunque la otra asegure que nunca fue.

Se buscan culpables
de aquel plural nunca unido,
porque siempre son dos jugando al juego de uno solo,
a quererse sin más
poniendo las bases de un final.

Y que todo se ponga sobre la mesa:
fuimos ambos los culpables de nuestro fin.

21 de marzo de 2015

Porque poesía, poesía eres tú

Y feliz día de la poesía a aquellos que sueñan con la realidad, porque un poeta siempre andará entreversando en las nubes.


Por ti, Bécquer entendería
que tan solo dos bocas bastan
para crear fuegos artificiales.
Por ti, Cernuda creería
que para el amor no existe prohibición
siempre que sea en tus brazos.
Por ti Machado no hablaría
más de Castilla, y pasaría
a hablar del universo
que es cada centímetro de tu cuerpo.
Por ti Neruda escribiría
más que veinte poemas de amor.

Por ti, diría:

Puedo escribir los versos más nostálgicos esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche se ha cernido sobre nosotros y no existe luz para hallar".
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Porque en noches como esta te tuve entre mis brazos y mi alma no se contenta con tan solo ello.
Porque sé que las noches se sucederán y aun creyéndonos con fin inmediato, nosotros somos la primera estrella en la oscuridad en símbolo de esperanza.
Podría escribir los versos más tristes esta noche.
Pero te veo.
Y sé que, al encontrarte, he hallado mi propia esperanza perdida.

16 de marzo de 2015

El fin de nuestra consumición

Fue el sexo de tu sonrisa
que pedía a gritos
perderse en las caderas de alguien.

Fue tu mirada de voracidad
que hablaba del hambre enfermiza
por querer dejarse llevar por unos
labios desgatados de tristeza.

Fueron las ganas 
y las prisas
de ti entrando en mi vida.

Fueron tus deseos
de miles de noches en vela.

Fue que querías perderte
y yo ansiaba perderme.

Tú supiste encontrarte
una vez saciado tu instinto de amarme.

Yo nunca supe.
Punto y fin.



24 de febrero de 2015

De vuelta al "estoy en casa"

Me acunaría en tu mirada
hasta mecerme en el agua de tu pupila
y decir que, por fin, formo parte de ti.

Me balancearía en tu risa
hasta que esa escandalosa melodía
formara parte del ritmo de mis pasos.

Me abrazaría al placer que supone tú junto a mí,
el arrope de tu brazo sobre mi cuerpo
y el escalofrío en mi cuello por tus labios.

Me quedaría a habitar en tus manos,
causantes del más leve cosquilleo
y agitación en todo mi ser
y de la sonrisa sin por qué de mi boca.

Te habitaría, me acunaría, balancearía en ti,
porque no he encontrado algo tan similar
a lo que llamar hogar
que como lo que he hallado en tus brazos.

9 de febrero de 2015

El giro repentino con vuelco de tu vida en la mía

Sombras pasajeras que atormentan hasta convertirse en eternas,
como tu presencia en mi vida que creía extinta
y ahora te tornas presente devolviéndome a las respiraciones agitadas.
Luces parpadeantes constituyen los momentos
de aquel desunido nosotros
que se nutrían de la oscuridad y el dolor de cada uno de los suspiros
que dando nos íbamos.
Luces efímeras de lo que algún día fuimos
que regresan a mi mente atropelladamente
para denotar que aún existes en mi atormentado interior.
Sombra inmutable que eres,
y giras,
y otros trescientos sesenta grados,
y giras,
y volcamos,
convirtiéndonos
en uno solo: nosotros.
Nosotros,
metáfora de que vida y muerte se unen
para formar dolor y amor,
para constituirnos.


(Has vuelto.)



22 de enero de 2015

Primer día, misión: olvido

Cómo de largo resulta el olvido
cuando tu ausencia se torna palpable
tras mis costillas, en mi pecho.
Cómo el nosotros llegó a ser sempiterno,
a no tener fin, a no acabar,
a ser una constante guerra entre
mis esperanzas y el olvido.
Cómo de largo resulta el olvido
cuando no puedo acunarme en tu risa
o perderme dentro de tu pelo.
Estas son las palabras que hablan de nuestra destrucción y narran todas las veces que quise sentir tu piel rozando la mía. Estos son todos los momentos que hubiera matado por estar contigo.
Cómo de largo resulta el olvido
cuando ya no puedo pensar en ti y en mí
como algo que una vez fue uno.
Como nuestros "todo"
quedaron reducidos a "nada".
Como aquel nosotros
pasó a ser un singular destruido,
como te perdí
aún buscando tus manos desesperadamente.
Estos son los versos que siempre te dediqué. Esta es nuestra historia, nuestra razón y nuestra perdición.
Cómo de largo resulta el olvido
cuando ya te has ido.

12 de enero de 2015

Constituyes la herida de mi corazón

P  u  ñ  a  l 
 
 
Lado izquierdo de mi caja torácica,
golpe certero de dolor,
convulsión estruendosa de amor,
víctima de la historia melancólica jamás contada.
Lado izquierdo de mi caja torácica,
invasión de destrucción
y habitación de corazón
hundido tras un paso por él.
Lado izquierdo, lado derecho, qué más da,
poblaste cada incierto rincón
de mi ser con solo una pasada
(de ti por mi vida).
 
 
T  ú
 
 
Mirada.
Mirada tímida que finge no serlo y expresa más que cualquier otra.
Herida.
Herida interna por aquella mirada que expresa más que cualquier otra.
 
 
A  m  o  r
 
 
Erizó mis sentidos hasta el punto de
no poder elaborar respuesta.
Agitó mi pulso hasta el punto de
padecer carencia de respiración.
Revolución.
Lado izquierdo de mi pecho,
lugar de la revolución que fuiste tú.
Dolor, dolor, dolor,...
 
 
Porque, ¿qué fuiste sino un puñal
constituido por Tú,
forma desconocida hasta ser conocida,
con una sola mirada?
Me heriste de muerte,
de amor,
de dolor,
de vida,
con tu mirada.
Eres aquel puñal que me hirió de sentimientos y dejó una herida que no parece cerrarse.


4 de enero de 2015

Tú como sueño que no cesa

El atardecer recorta tu sinuosa silueta,
cuerpo de otro mundo
capaz de llevarme lejos de este,
y mi aliento ha enmudecido.
La noche nos persigue
a nosotros, sus eternos amantes,
mostrando el encuentro
de nuestros cuerpos impacientes.
Mi mirada busca a la tuya,
quiero encontrar ese acusado sentimiento
que llaman amor
y saber que es correspondido.
Quiero hacer contigo
lo que la noche a las estrellas;
aparecerás como mi guía en el caos,
serás la cordura
y mi Norte.

El atardecer recorta tu sinuosa silueta,
silueta que cubre mi cuerpo,
cuerpo que está bajo tu arrope.
La noche nos persigue,
somos sus víctimas y caeremos
en la trampa que es amar.
Tu mirada busca la mía
cerciorándose de la existencia
de nuestro nosotros.
Un nosotros
que nos empeñamos
en volver sempiterno.
Quiero hacer contigo
lo que siempre debí hacer contigo:
quererte sin importar las consecuencias.

3 de enero de 2015

Te meces en dolor durante la caída

Asfixia y grito que muere ahogado.
Soledad acomodada entre las grietas de un corazón.
Palabras que mueren hasta ser suspiro en una boca.
Otro grito, otro agudo, el sonido de algo desgarrador rompiéndose en un interior.
Despiertas para descubrir que la humedad desciende por tus mejillas, que el dolor se mece en tu interior y que la rotura se ha producido en tu pecho. Abres los ojos y la más total oscuridad te rodea, no puedes abandonarla ni ver más allá. Has tocado fondo. El espacio es reducido. Sientes frío como aquello único que eres capaz de sentir. Levantas la vista. Metros y metros de caída en tu propio interior te han llevado a sumergirte en dolor y a encontrarte en la más profunda nada.



Entonces lo ves, es de noche y no crees en la existencia de una salida desde el hundimiento, hay una luz. La Luna. La Luna, una ajena musa, un lejano cómplice. La Luna es aquella luz que en el momento más lúgubre te muestra una escapatoria. Es la salida de aquel callejón acabado en una sólida pared. Presencias los muros que te rodean.
Otro grito, de nuevo el estruendo.
Te observas.
Una vez que has tocado fondo solo queda la ascensión. Eres lo único con lo que cuentas para lograrlo. Tú eres tu propio impedimento entre sombra y luz. Otro grito unido a un nudo eterno en la garganta. Tragas saliva. Aúnas todas tus fuerzas.
¿Asciendes?