Tras todo lo vivido,
solo has dejado una herida
incapaz de sanar.
Recuerdo tu paso estrepitoso
revolviendo el orden de mi
interior y jurándome que
algún día el caos terminaría.
No, no terminó.
Arrojaste cualquier atisbo de cordura
al más profundo vacío
con una sola mirada,
siendo yo minusválido
en capacidad a recomponerme
del huracán que fuimos.
Acabaste con la sensatez previa
trayendo eterno pánico a tu marcha,
volviéndome en ser
de una única cosa capaz.
Recuerdo el dolor.
Tras todo lo vivido,
te has convertido en herida
que no cicatrizará.
Cura y culpable de la herida
quedan unidos componiéndote.
¿Sanará?
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