11 de noviembre de 2014

Tenía nombre: Tristán

Quiero llorar a la lápida de tu marcha
y desabrocharme todos nuestros recuerdos
para lanzarlos a la fosa común
donde siempre tuvieron que estar.
Quiero despeinar el dolor que oprime mi pecho
y narrar todas y cada una de nuestras desventuras.
Contarle a las dudas
que no debieron existir,
que fueron las culpables de nuestra caída.
Narrarte las penas
vividas tras tu depedida
y perjurarle a mi corazón
que tarde o temprano
dejará de doler mi cicatriz de ti.
Enumerarte las cicatrices
que has dejado con cada huella bajo mi piel
y cada sentimiento
difuminado por el paso del tiempo.
Jurarme a mí
(con los dedos cruzados)
que no volveré a caer en ti.
Y sé que nosotros
nos basamos en mentiras
y que esta es otra más.

Contemplo nuestra historia resumida en líneas
y yo aún no sé borrarte,
a pesar de haberte escrito a lápiz
por si las idas.
Mira el foco de tristeza que son mis ojos
ahora que aullan ante el abandono
y el destrozo
que has dejado a tu paso.
Observa cerrándose a mis labios
con miles de palabras calladas
que auguran serte dichas.
Mira cómo temblaba con cada uno de los roces
de tus dedos en mis tímidas manos,
de tus arañazos en mi inconsciente alma.
Mira ahora.
No somos más que el recuerdo de una tumba
a la que visitar, observar y susurrar:
"sí, fuimos".
Fuimos en pasado
y ya no seremos.

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