7 de junio de 2014

Compás del corazón

Al principio no te das cuenta, pero estás cayendo poco a poco en sus redes. Al principio, escuchas el compás que marca el ritmo.
Despacio, muy despacio.
El ritmo es lo primero que te conquista de aquella canción. De pronto, la explosión de sonido. Voces, guitarra, bajo, batería,... ¡Ah! ¡Algo de piano! La voz sube y baja, cantándote una historia con la que te identificas. El ritmo cesa y sabes que ha acabado.

Te olvidas de aquella canción, pero te has enganchado.
Poco a poco, comienzas a escucharla cada día, y aquellas explosiones de sonido no vuelven tu interior en ruinas, sino que lo reconstruyen. Poco a poco, aquella historia narrada a golpe de guitrra empieza a ser tuya.
Tuya (y de nadie más).
Poco a poco, el ritmo de la batería comienza a ser tu ritmo de cada día, cada paso, cada andar. Poco a poco, la percusión de las teclas de un piano son el movimiento de tus dedos. Poco a poco, no lo sabías, pero era tu canción favorita.
¿En qué momento pasó a formar parte de ti y no poder desprenderte de ella? No lo sabes, y tampoco quieres saberlo.



Me enamoré de ti como la primera vez que escuché mi canción favorita: Poco a poco, te colaste dentro de mí llenando vacíos hasta que no supe ser sin ti, de golpe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario