21 de septiembre de 2014

Palabras olvidadas

No hay palabras.
El cielo se rompe a mi alrededor, la tierra tiembla y hasta el crepitar de las hojas parece haber cesado. No hay palabras para ser capaz de describirlo.
No hay palabras para tanto dolor.
El cielo se rompe y tú ya no estás. La despedida inminente de una voz temblorosa que decía "adiós" y unos ojos lluviosos y tormentosos que rogaban el "quédate". Pero de una despedida no hay vuelta atrás.
Me rompo y ya no estás. Coger un papel y prenderlo hasta que desaparezca sin dejar cenizas, tirar un vaso de cristal al suelo y observar cómo se fractura en miles de pedazos, rasgar un cojín para ver salir todo el relleno de su interior hasta quedar vacío. Así quedó mi corazón. Rasgado, herido, roto, sangrando y fracturado en millones de partes. Un momento que pende de un hilo y, en el instante de pronunciar aquellas palabras, las tijeras de la realidad encargarse de romperlo (o romperme). Un sentimiento que cuelga y es lanzado hasta ver su completa y total destrucción. Así todo ha sido conmigo.
¿Hay palabras para describirlo?
En aquel momento hubiera preferido a la tierra resquebrajándose a hacerlo yo. Hubiera preferido cualquier, cualquier cosa antes que eso. Todo se rompía a mi alrededor en aquella tarde de invierno advirtiendo de que pasaría: nos romperíamos. Nos dejamos romper, o yo me rompí, o ya no sé.
Paseo la mirada por cada momento vivido y no sé en qué fallé.
No hay palabras.
Paseo la mirada a mi alrededor. Las nubes siguen encabalgándose unas con otras, continúan los estruendosos ruidos de niños jugando en el parque, aquel columpio solitario, el mirlo vespertino saludando, el amarillo de la bienvenida del sol cada mañana y tú no estás. Todo sigue pero tú te has ido y yo no sé seguir. "Se ha marchado" trato de repetir una y mil veces seguidas esperando que cobre sentido.
Pero esto son tan solo palabras sin sentido.
He visto como el cielo rompía en miles de pedazos y yo ya no era. Vi romperse mi interior en el exterior, vi cómo te ibas y no hice nada.
Sigue sin haber palabras.

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