9 de mayo de 2014

Los ojos libros

El hombre que ojeaba libros deseando matar el tiempo. La chica que recordaba años atrás momentos por los colores. Y, entonces, levanté la mirada. Allí estabas, mirándome, con el color de las hojas de algunos libros que ojeábamos, con el color que solo tan tuyo podía ser.
Quizás fue cuando me di cuenta.
Quizás no.
Quizás ya lo sabía.
En aquel momento, las mariposas por tanto dormidas, se agitaron, despertaron de un largo letargo; y yo, ¡qué iba a hacer yo! Yo, que solo quería hacer desaparecer esa distancia de centímetro y volverla milímetros. Yo, que solo sabía imaginar tu mano junto a la mía (a ninguna otra). Yo, que solo pretendía dejar que el mundo fuera de nosotros y de nadie más. Porque prometo que en aquel momento lo sentí.
Sentí que el mundo era nuestro.
De ningún otro.
Sentí. Descubrí.
Y fui consciente de que a las mariposas no se las podía callar.

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