3 de enero de 2015

Te meces en dolor durante la caída

Asfixia y grito que muere ahogado.
Soledad acomodada entre las grietas de un corazón.
Palabras que mueren hasta ser suspiro en una boca.
Otro grito, otro agudo, el sonido de algo desgarrador rompiéndose en un interior.
Despiertas para descubrir que la humedad desciende por tus mejillas, que el dolor se mece en tu interior y que la rotura se ha producido en tu pecho. Abres los ojos y la más total oscuridad te rodea, no puedes abandonarla ni ver más allá. Has tocado fondo. El espacio es reducido. Sientes frío como aquello único que eres capaz de sentir. Levantas la vista. Metros y metros de caída en tu propio interior te han llevado a sumergirte en dolor y a encontrarte en la más profunda nada.



Entonces lo ves, es de noche y no crees en la existencia de una salida desde el hundimiento, hay una luz. La Luna. La Luna, una ajena musa, un lejano cómplice. La Luna es aquella luz que en el momento más lúgubre te muestra una escapatoria. Es la salida de aquel callejón acabado en una sólida pared. Presencias los muros que te rodean.
Otro grito, de nuevo el estruendo.
Te observas.
Una vez que has tocado fondo solo queda la ascensión. Eres lo único con lo que cuentas para lograrlo. Tú eres tu propio impedimento entre sombra y luz. Otro grito unido a un nudo eterno en la garganta. Tragas saliva. Aúnas todas tus fuerzas.
¿Asciendes?

4 comentarios:

  1. ¿Por qué escribes tan bonito y siempre expresas tanto con tus palabras? Magnífico (como siempre).

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  2. La piel de gallina...enhorabuena.

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    1. Muchísimas, muchísimas gracias, de verdad. Es todo un empuje tus palabras a seguir escribiendo.

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