Si sonreías, algo en mí brillaba.
Como una luz en plena oscuridad.
que a apagarse comenzaba.
Porque no sonreías, no, al menos, de verdad.
Y, quizás,
aquella sonrisa tan tuya,
con unos dientes, cuyas
únicas piezas
empezaban a no existir,
porque no valían nada.
Una sonrisa desdentada,
desdentada de solo ser apariencia
y carecer de (sí, eso) cada
sentimiento, en una coexistencia
con aquellas tristezas.
Una sonrisa desdentada,
la tuya,
porque solo ocultaba
la tristeza sin libertad
que a tu alma poseía.
Una sonrisa desdentada.
Tu sonrisa desdentada,
que de sentimientos se desvestía
para mostrar una acostumbrada soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario