1 de abril de 2014

Recuerdos extraviados de un momento

El agridulce sabor de felices recuerdos que llenaban cada recoveco de mi pecho, hasta llegar a mi boca, que sabía escandalosamente a ti, cómo si aun no te hubieras marchado.

Árboles. Frío. Dulce. Pinchazos.
Así, te recordaba, mi mente, mi corazón y mi anhelado deseo de que volvieras. Así, así te recordaba hasta la despedida.

Recuerdos agalopados por llegar, agalopados por conseguir saber cuál sería el primero en hacer que temblara, de pies a cabeza, como tú solías hacer. Recuerdos de temblores por revivir momentos a tu lado sola, temblores por volver a pensar en la forma de estremecerse que tenía mi estómago a cada una de tus sacudidas. Recuerdos del tímido roce de mi mano sobre tu piel, sobre tu pelo, sobre tu cuello, sobre ti. Recuerdos escandalosos de tu piel de gallina y tus escalofríos vislumbrados por mi roce con tu cuello. Recuerdos, recuerdos y más recuerdos.

Cada vez que recuerdo un momento a tu lado, la nostalgia invade todo aquello de mí que no pertenecía a nadie más que a ti, todo aquello que no sabía que podía llegar a sentir.
Cada vez que recuerdo un momento a tu lado, una parte de mí desearía saber volver a vivirlo, aunque solo fuera por recordar esa fugaz y olvidada sensación de felicidad.

Cada vez que te recuerdo, una parte de mí muere, en cada sacudida de nostalgia de ti.

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